miércoles, 6 de octubre de 2010

Dolor Perdón Rencor

Apretando los dientes, aguantando las lágrimas y volteando la cara, recorría el suelo de caracas mientras que empujones y miradas me volvían cada vez más hostil. Un niño le preguntaba a su mamá por qué la muchacha -yo- lloraba, un señor a mi lado me miraba con cara de bicho raro por llorar en público ¿Será que a toda esta gente se le olvidó llorar? O son tan felices en la vida que ya ni recuerdan lo que es una tristeza. Y tú continuabas leyendo con la impavidez que te caracteriza.

Me bajé de aquel gusano por la presión y la rabia, no con la multitud que ni me conoce, ni me siente ni me quiere. Me bajé por el dolor y la rabia contigo, que estabas pero no estabas, que leías, y te abstraías de todo lo que estaba sintiendo o lo que estaba pasando.

Sentí tanta paz al estar tan lejos de ti en aquel andén, ver como te ibas en el tren fue una sensación agridulce, no te habías percatado que no estaba y eso me generaba tristeza y más ganas de estallar a llorar sin importar nada, pero tanta tranquilidad de no tenerte cerca ¿Tengo que pedir perdón por eso? No sé, sólo sé que te fuiste, que me quede llorando en el andén e imagino que continuas leyendo.