miércoles, 5 de febrero de 2020

L'arrivée de Manuela / La llegada de Manuela

Ça fait cinq mois que Manuela est arrivée. Après un accouchement traumatisant  qui a ouvert le chemin à 3,5kg de pur amour, peut-être le plus grand des amours à fait son entrée. Le volcan Manuela a fait son apparition dans nos vies, pas avec des cendres, mais avec des étincelles et de la joie. 

Avec une personnalité exubérante (peut-être toutes les mamans pensons-nous la même chose de nos rejetons), avec une occupation de l'espace comme les grandes et nous avec les mâchoires par terre et le cœur gonflé. 

Quand je la regarde dans son élément je la vois comme une danseuse de salsa ou une petite Carmen Miranda, avec un chapeau de fruits, que ne passe pas inaperçue. C'est elle. C'est son regard. Son triple menton et ce sourire qui fait penser que la vie est extraordinaire. 

Comment un être peut-il te ressembler autant ? Comment ses pieds peuvent-ils  ressembler autant à ceux de ton mari ? Elle est simplement la représentation de l'union de deux amours. C'est compliqué mais en même temps très simple. Peut-être sommes-nous ou suis-je habituée à chercher des réponses compliquées à des choses simples, comme la vie elle-même. 

J'ai eu besoin de tout ce temps pour réaliser ou assimiler toutes les choses qui m'arrivent comme femme. Je crois que je me suis décidée à écrire pour partager mon expérience avec d’autres mamans ou peut-être pour me sentir moins seule dans cette période post-natale remplie de paradoxes, le premier étant l’immense solitude que nous pouvons vivre, tout en étant accompagnées en permanence. 

La maternité/paternité est difficile en raison d’un nombre énorme de facteurs, mais pour moi, le plus compliqué est d’internaliser que de soi dépend le développement et l’évolution d’un autre être humain. Ce n'est pas une mascotte. Ce n’est pas une extension de soi. C'est un individu qui va se confronter au monde avec les outils qu’on lui offre ou avec les carences qu’on lui transmet. Jusqu’à maintenant c’est la plus grande responsabilité à laquelle je me suis trouvée confrontée. Pour cette raison, je considère que la “tribu” c’est-à-dire les gens qui nous entourent, ce n’est pas sans importance.  Tous les deux, nous croyons que pour faire grandir un enfant de façon salutaire, celui-là doit être nourri également des apports des autres personnes. Pendant ces 4 mois, nous nous sommes découverts être de vraies éponges, avec un désir de connaissance et en mettant de côté l’arrogance qui pourrait surgir dans cette situation.  

Nous avons la trouille ? Oui, mais l’éblouissement ou l’émotion de voir grandir ces 8 kg est plus forte. 

Je vais essayer de continuer à raconter comment je me sens et comment nous parcourons ce chemin. 

J’aimerais savoir comment se passent ou comment se sont passé tes premiers mois de maman ou de papa.

Si tu n’as pas  d’enfants, comment imagines-tu cette expérience ?  

P.S: Merci Thierry pour les correction du français 

.............

Hace cinco meses llegó Manuela. Luego de un parto traumático, que abrió el camino a 3,5kg de puro amor, el más grande de los amores hizo su entrada. El volcán Manuela hizo su aparición en nuestras vidas, no con cenizas, pero sí con destellos de energía y felicidad. 

Ella con una personalidad avasallante (creo que todas las mamás pensamos eso de nuestros hijos), una ocupación del espacio como las grandes y nosotros con las mandíbulas por el suelo y el corazón inflamado. 

Siempre que la veo en su máximo esplendor me viene a la mente una bailadora de salsa o Carmen Miranda, con unas frutas en la cabeza que no pasan desapercibidas. Es ella. Es su mirada pícara. Su papada. Y esa sonrisa que me hace pensar que la vida es extraordinaria.
¿Cómo una persona puede tener tantos gestos tuyos? ¿O cómo sus pies pueden parecerse tanto a los pies de tu esposo? Simplemente es una representación de la unión de dos amores. Es complicado y a la vez super simple. Quizás estoy o estamos acostumbrados a buscar respuestas complicadas a cosas simples, como la vida misma.

Necesité todo este tiempo para asimilar, o simplemente internalizar lo que me estaba pasando como mujer. Creo que decidí escribir para compartir mi experiencia con otras mamás o para sentirme menos sola en este puerperio lleno de paradojas, siendo la primera: la enorme soledad que uno vive estando siempre acompañada. 

La mapaternidad es difícil porque de ti depende el crecimiento y evolución de otro humano. No es una mascota. No es una extensión de ti. Es un individuo que se enfrentará al mundo con las herramientas que le ofrezcas o con las carencias que le transmitas. Hasta ahora es la responsabilidad más grande a la que me he enfrentado y por eso considero que "la tribu" no es juego. Ambos creemos que una crianza saludable debe estar nutrida con los aportes de otros. En estos tres meses nos hemos descubierto como verdaderas esponjas necesitados de conocimientos y dejando de lado la arrogancia o la prepotencia que puede surgir en estos casos. 

Que estamos chorreados, sí. Bueno esto lo escribo yo así que debo aceptar que estoy chorreada, pero más es el deslumbramiento o la excitación de ver estos casi 8 kg, crecer y desenvolverse ante la vida. 

Trataré de ir contando cómo me siento y cómo llevamos este transitar. 

Me gustaría saber cómo han sido o cómo están siento tus primeros tres meses de mamá o de papá ? Si no tienes hijos cómo lo imaginas y si decidiste no tener cómo ves este proceso desde afuera.



viernes, 17 de abril de 2015

Doy gracias

Como en todo viaje hay momentos buenos y no tan buenos. A veces en los no tan buenos hace falta un cable a tierra que nos recuerde porqué emprendimos la aventura, pero no sólo eso, tal vez cuando nos ponemos nubes grises hace falta recordar el amor y la dicha que nos rodea.

Mes y medio después de llegar a Francia, cuando las cosas no van del todo bien, cuando internalizo el paso que hemos dado. Cuando el contacto por whatsapp, skype o incluso hangouts no basta. Cuando mi mamá no está para abrazarme después de una búsqueda infructuosa de trabajo. Cuando el frío pega y lo único que necesito es un “Te quelo” de Luciana. Cuando llega ese momento –normal después de un cambio tan grande- sólo queda atarse a los recuerdos y a los momentos vividos: Disfrutar esas charlas por skype como si fuesen en algún café caraqueño, en el porche de mi abuela o en el patio de Sabaneta.

Cuando lees que lo que dejaste no va mejor y te das cuenta que en el país al que llegaste siempre serás un extranjero. Cuando tus abuelos, tus tíos, tus primos y tus amigos no están cerca. O simplemente cuando te sientes desubicada por no tener violín en el metro, o cuando te ríes muy duro. Ahí, justo ahí, me toca buscar en mi memoria las sonrisas de los míos y aferrarme a eso. Aferrarme a que sí los volveré a ver, aquí o allá, con o sin CADIVI. Quedarme pegada en lo malo es taparme los ojos sin poder seguir. Paralizarme por el miedo o la distancia no cuenta. Hay que seguir.

Me queda ver como mis abuelos aprenden a usar los chats mientras me muestran a Tita. Como mis hermanas crecen o como una amistad por whatsapp es fría, pero siempre es amistad. Me queda recordar sin dejar de mirar a mi alrededor  y dar gracias por todo, sí, por todo.


Doy gracias por vivir en una de las ciudades más bellas del mundo. Doy gracias por estar con Fede, recorriendo estas calles y asombrándonos juntos de lo maravilloso que este país. Doy gracias por tener a Fabi, tan distinta a mi, tan ella, tan mi hermana, tan mi mejor amiga. Doy gracias por tener una familia aquí, que no se rie como yo, que no entiende que es un chinazo,  que no conoce toda mi historia, pero como familia a fin me da amor y se deja amar. Doy gracias por tener salud y aunque no me queden muchos euros en la cuenta y aun no consiga trabajo doy gracias, porque como me dijo una gran amiga “Siempre hay que ver el vaso medio lleno”.

sábado, 7 de marzo de 2015

Mi partida

No pudimos desayunar porque no nos dio tiempo o porque las mariposas –ellas siempre revoloteando-ocupaban todo nuestro estómago. Nuestros respectivos padres vinieron a apoyarnos en dejar el apartamento en orden: aquí están los papeles importantes,esa caja va para el maletero, esa otra son cosas para regalar. Así fuimos poniendo fin a muchos recuerdos en aquel apartamento de La Victoria; el mismo que nos vio regresar y amarnos, el mismo que tres días antes había estado full de amigos que nos demostraron su amor, el mismo que los últimos meses había estado tapizado de mis listas con tareas pendientes del viaje. Le decíamos adiós a nuestra casa, que ahora estaba llena de recuerdos y lista para vernos partir.

Agarra la maleta. Yo llevo este bolso. Aguanta el ascensor. Coño no me despedí de la Sra. Carmen, no le dije hasta pronto a María, Luis y los niñitos, bueno le dirán que fue una locura y que a pesar de no ser lo excelente vecina que fue mi mamá los quiero. Que me hubiese gustado despedirme antes departir.

Sólo hizo falta cruzar la calle (como hice todo la vida)para llegar a casa de los abuelos. Como siempre en esta familia todo el mundo estaba corriendo. Que si Vladi está poniendo gasolina. Que si tu abuela todavía se está arreglando. Que si tu abuelo no quiere ir a aeropuerto. Que si “Vamos papá que allá hay unos carritos que nos pueden prestar para que no tengas que caminar”. Así pasamos nuestros últimos momentos –por ahora- bajo la sombra dela mata de mango, que nos veía partir.

¡Llegó Vladi!  Nos tomamos la verdadera foto de la despedida (porque quería tomarme la foto cliché de despedida en el aeropuerto, pero esta era que quedaría en mi memoria)  todos riendo y llorando al mismo tiempo, como los 31 en Sabaneta o en cualquier momento especial de esta familia, que pasadel llanto a la risa, y viceversa, en cuestión de segundos. Esto también pasa  cuando alguien está a punto departir.

“Ya las maletas están distribuidas en los tres carros” dijo Thierry, mirando el reloj. Todos a agarrar sus carteras. “Que las niñitas hagan pipí antes de salir” grito mi abuela desde la cocina, antes de tomar el último traguito de café. Carteras, suéteres, coche de Luciana, todo estaba listo para partir.

En el porche estaba mi abuelo, sentadito, con los ojos aguados y creo que con la misma sensación que tenía yo en el pecho. Lo abracé y nos pusimos a llorar, no creo que haya sido de dolor sino de miedo, por no saber si nos volveremos a ver. Entre lagrimas me dijo: “Si le va mal no tenga miedo de regresar que este es su país y siempre la estaremos esperando”. Lo abracé fuerte, salí corriendo, me monté en el carro y comencé a llorar porque la partida ya era un hecho. Traté de dormir, pero no pude.

El trayecto La Victoria-Caracas fue súper  rápido, hasta nos dio chance de comernos unas arepas en la autopista. Nos paramos en Catia a buscar un regalito que había olvidado darnos el Peluchín. Fue raro, fue la última persona fuera de nuestras familias que vimos. Cuando arrancamos seguimos cayendo en cuenta de lo que venía.

Llegamos al aeropuerto. Chequeamos la catajarra de maletas.Pudimos respirar cuando nos dijeron que los 100 dólares de multa por las maletas extras serían cobrados a 12 y no a 170. Un paso más hacia el futuro, un paso menos de la partida.

“Las niñitas están verdes del hambre. Vamos a comer” me dijo mi mamá. Pensamos comer fuera del aeropuerto, pero sería complicado movilizar a toda la tropa por la Guaira y sus calles, así que decidimos comer en la feria,un lugar más ajustado al tiempo y a los bolsillos venezolanos. Unos Subwa y,otros a Church´s Chicken, en este último la comida tardó más de lo normal porque el pollo se les acabó y tuvieron que hacer más.  Así que cuando llegó el pollo, una parte de la tropa ya había comido.

Yo era del equipo pollo y Fede del equipo panes. Cuando me senté a comer, sin haber terminado mi primera papita, vi que Fede atendió una llamada, se puso pálido y vino de inmediato (todo esto en una mesa de 17 personas donde se escuchaba “Yo no quelo pollo”, “Cómete todo”, “Sí, coca cola es el único refresco que había”, “¿Qué le pasó a Fede?”).

“Era Iberia. Me dijeron que la GNB tiene un problema con una de mis maletas. Que debo entrar rápido”. Eso fue todo. Yo no entendí a la primera. Vine a entender cuando lo vi despidiéndose de la familia en la mesa,mientras yo intentaba comerme una alita. Él me dijo que entrara después, que terminara de comer y que me despidiera con calma. A decir verdad no pude quedarme tranquila ni terminar mi alita. Luego de 5 min Fede me llamó al celular para decirme que yo tenía las llaves de todas las maletas y debía entrar lo más rápido que pudiese.

Me paré –todos seguían comiendo su pollo, se había caído un refresco y Luciana preguntaba “¿Dónde está Fedelico?”-  José fue el primero en decirme adiós; me dijo que prefería hacerlo en la feria porque abajo sería una lloradera. Todos corrimos por los pasillos del aeropuerto, tal cual la película mi Pobre Angelito 2. Llegamos a la puerta, hasta ahí me acompañaban. Me despedí de cada uno con mucho dolor y miedo. Sin tener certeza de cuándo los volvería a ver.Los dejé. Traté de buscarlos detrás de los vidrios negros, pero no los conseguí. Un hueco en el estomago. Lagrimas. Estaba partiendo de lo mío… de mi país.

Nota al pie: no me tomé la foto cliché con el mosaico de Cruz Diez.

Nota al pie 2: mucha gente me dijo que sería mucho más fácil el momento de la despedida porque estaría con Fede, pero no estuvo. De verdad ha sido de las cosas más fuertes que he vivido. Debo mandarles saludos a las mamás de esos GNB.

Nota al pie 3: Al entrar me conseguí con Fede, le di las llaves de las maletas y se volvió a ir. Una media hora después, regresó. Ya todo había terminado nos podíamos relajar y gastar nuestros últimos bolívares en cigarros y ron, antes de ser llamados para abordar el avión. Pero no fue así, nuestros bellos GNB volvieron a requerir la presencia de Fede. Fue tan ilógico que hasta la chama de la aerolínea me dijo: “Esos bichos si son ladilla, si ya lo habían llamado porque lo hacen bajar otra vez”. Fede volvió abajar y me dejó -como diría mi suegra- con el credo en la boca. Cuando ya estábamos a punto de montarnos regresó y me dijo: “Sólo ganas de joder”.

Nota al pie 4: Esa última maleta que revisaron no llegó con nosotros a París.

miércoles, 17 de abril de 2013

Basta de tanto


Tenía días queriendo escribir, pero sinceramente me daba miedo caer en discusiones estériles, con gente que tiene bien claro lo que quiere y en lo que cree. Tenía miedo que mis amigos  y familiares chavistas (que son bastantes) me tildaran de desclasada, burguesa, apátrida u oligarca. Tenía miedo que mis amigos de oposición me tildaran de guabinosa, débil o ni ni.

Tenía miedo. 

Como no quiero que el miedo me paralice y me quite una de las mejores maneras de hacer catarsis que tengo, aquí voy:

No busco ser Bakunin, ni Hegel y mucho menos Marx, esta cabeza loca no da para tanto, pero sí me gustaría sacar de mi muchas arrecheras, insomnios  y desacuerdos con lo que está pasando, sobre todo con los niveles de agresividad en los que estamos –no en las marchas y manifestaciones; hablo de la panadería, el supermercado, la bomba de gasolina o la cocina de mi abuela-.

Cómo es posible que a estas alturas del partido haya gente pidiendo sangre para que caiga este gobierno, nada justifica la muerte y menos cuando te quedas en tu casa viendo globovisión y esperando que la sangre sea de otros.

Cómo es posible que haya gente aplaudiendo las cosas que opina un violador de Derechos Humanos como Álvaro Uribe, que como me lo dijo una refugiada “es el mayor paramilitar de la historia”.

Cómo es posible que pidamos la intervención en nuestro país  de los Estados Unidos, sabiendo que son los mayores vendedores de armas en el mundo y que a costa de sus intereses van por el planeta buscando más intereses para apropiarse de ellos.

Cómo es posible que vayan a cacerolear a la casa de dirigentes chavistas, olvidando que en el interior hay gente,  que tal vez no todos los que viven ahí son chavistas, que los niños no entienden que significa la palabra boliburgues. No son perritos rojos y ya. Son personas.

Pero la cosa no termina aquí…

Anoche estaba viendo La Hojilla (nunca sé por qué pero la termino viendo. Es como esos placeres culposos de la vida. Como que me guste Ricardo Arjona)  estaban entrevistando al hermano de uno de los hombres que murió el 15 en la noche. El periodista le hizo una pregunta: “Cómo se siente usted al saber que quienes mataron a su hermano son sus vecinos de los edificios burgueses de aquí de Baruta, que forman parte de la gente que los odia ustedes por ser humildes y por vivir en el este”. Ese hijo de puta periodista (que recuerdo bien clarito su nombre, pero que no lo mencionaré aquí porque sería caer en lo mismo que él está haciendo) no tiene ni idea de lo que viene después, él se va en su camioneta de vtv y ahí se quedan los otros matándose por el odio, además sin saber si efectivamente quien mato al hombre vive o no en los edificios.

Sé que hay mucha gente que piensa que las reivindicaciones se ganan a punta de golpes, que los excluidos siempre son los mismos, pero no creo que esto vaya cambiar mandando a miles de motorizados armados a hostigar a la gente que cacerolea al frente de sus casas. La violencia no se justifica y si quieren una lucha armada se les pasó el tiempo mi pana, la guerrilla fue en los 60 y 70, ahorita las armas las tiene la inseguridad y yo estoy segura que ustedes no quieren más muertes por ella.

Por qué debemos leer a tanta gente diciendo que quien no está con el Gobierno no puede trabajar en las instituciones públicas, los invito a que busquen el significado de esa palabra. Yo trabajé con el Gobierno, me enamoré de un proyecto, nunca le falte al compromiso y la responsabilidad que tenía con él, además lo conozco mejor y lo defiendo más que muchos supuestos rojos rojitos que se llenan la boca con clases trasnochadas de izquierdas y la izquierda les queda grande. Sin mencionar el desprecio por el pobre y el humilde que cuando marcha a su lado debe estar alejado de ellos (boliburgueses) por sus 10 escoltas.

Tal vez hay otros que piensan como yo, solo les pido que no traicionen por la pasión y sean coherentes con sus ideales sin caer en la violencia, tal vez me falte calle o me sobre idealismo, tal vez este país seguirá así llámese cómo se llame el gobierno de turno.

En fin, estoy ladillada de tanta mierda, de tanto doble discurso, tanta agresión y de no poder dormir pensando en qué pasará mañana.

jueves, 23 de febrero de 2012

Y lo amo

Desde que se despierta despelucado y con ganas de seguir durmiendo, me regala una mirada a medias y un montón de besitos que se confunden con mi piel y el calorcito de las cobijas que no dejan que me levante a comenzar el día. Y lo amo.

Él me saca de la apatía matutina al verlo brincar en la regadera por el agua fría e intentar despertarme con las goticas que corren por su cuerpo, mientras me enfurruño como un gato o como la osa que soy. Y lo amo.

Prepara esos panes riquísimos, que aunque de vez en cuando me queje por la cantidad de salsa, ya me conoce bastante y le pone la cantidad suficiente que me hace decir “son los mejores panes del mundo”. Y lo amo.

Entramos en la rutina laboral, que efectivamente es fastidiosa y cotidiana, pero él lo hace todo más fácil de llevar. Una miradita por aquí, un apretón de cauchitos por allá y un besito en cualquier momento. Sí, trabajamos juntos, no estamos locos –aunque me lo he planteado- , más bien es como rico verlo interactuar con todo el mundo con la mayor de las seriedades y saber que sólo yo lo tendré en mi cama, para sentirlo, tenerlo, excitarlo, en fin, hacernos el amor. Y lo amo.

Regresamos a nuestro lugar, sólo nuestro, chiquito como nuestra familia, pero nuestro. Estos momentos son de los mejores de la vida. Hacernos cariños, cosquillas, fumarnos un cigarro sin la presión de que a alguien le molestará. Ver cualquier deporte, que pude llegar a ser hasta patinaje artístico. Y lo amo.

Y llega el momento, EL MOMENTO, bajo la sombra del Ávila y nuestras miradas, nos encontramos tal cual somos, sin poses ni máscaras, solamente con nuestro deseo como compañía y el placer como aditivo. Y lo amo.

Me duermo a su lado, sabiendo que tengo al lado a mi compañero y amigo. Y lo amo.

Después de años juntos, de kilómetros recorridos, de momentos compartidos, de noches entrelazadas, lo sigo viendo como lo mejor que me ha pasado. Que evidentemente no todo es color de rosas, sí, han habido bajones, pero aquí estamos, aquí seguimos. Y lo amo.

Desde que se despierta despelucado y con ganas de seguir durmiendo, me regala una mirada a medias y un montón de besitos que se confunden con mi piel y el calorcito de las cobijas que no dejan que me levante a comenzar el día. Y lo amo.

viernes, 3 de febrero de 2012

Con 25

Me gustó mucho narrar mi cv. Es divertivo ver los que has hecho y l que falta por hacer.

Nací en el año 1986 en los valles aragüeños, entre las montañas de la Colonia Tovar y el Pao de Zarate, en la muy conocida y muy olvidada Victoria de Aragua, ciudad de la juventud y del ron. Desde muy chiquita, con micrófono en mano entrevistaba a todo aquel que pasara por mi casa y por el jardín de mis abuelos.

Sí, la comunicación era, es y seguirá siendo lo mío.

A los 16 años ingresé en la UCV, donde cursé dos años de trabajo social, que, a pesar de no ser la meta de mi vida, me llevó a conocer esta gran carrera y me ayudó a darme cuenta que más allá de mi burbuja de cristal existía un mundo donde Marx hablaba en El Capital y mostraba las desigualdades de esta sociedad.

Tuve una beca ayudantía durante 3 años en las facultades de Farmacia y Derecho. Siendo pasante del Departamento de Trabajo Social, elaboraba informes psico-sociales, recibía documentos para optar a becas y atendía a la población estudiantil.
Después de haber estudiado día y noche, obtuve el primer cambio de la Escuela de Trabajo Social a la Escuela de Comunicación Social en la UCV.

Luego de buscar cuál era mi fuente ideal, los Derechos Humanos me apasionaron. Comencé siendo voluntaria en Amnistía Internacional como traductora de personas refugiadas, víctimas del conflicto armado de Bosnia y que vivían en Francia. Paralelamente, trabajé como pasante audiovisual en la productora VX-com International, como camarógrafo.

Me desempeñé como corresponsal para Venezuela de la página de noticias internacional Noticias Aliadas, siendo esta página dedicada a noticas sobre Derechos Humanos, derechos de los indígenas y derechos de la mujer.

Durante tres años, me desempeñé como coordinadora nacional de Comunicaciones en la Organización Internacional Servicio Jesuita a Refugiados Venezuela (SJR Venezuela), dedicada a la defensa y acompañamiento de las personas víctimas de conflictos armados a nivel mundial. En Venezuela se atienden personas víctimas de los diferentes actores armados del conflicto armado colombiano.

Viendo las carencias de las personas que han tenido que huir sin nada de sus tierras, dejando los recuerdos, los amores, la vida atrás, entendí la importancia de la sensibilización y visibilización de los Derechos Humanos en general y, en este caso, del Derecho al Refugio.

Como coordinadora nacional de comunicaciones del SJR Venezuela mis tareas fueron la elaboración de notas, comunicados de prensa y artículos informativos y de sensibilización, y mantenimiento de la página web; visitas de campo en misiones con el equipo fronterizo; diseño de campañas; producción de materiales gráficos y elaboración del Boletín mensual; organización de eventos; Talleres, conferencias y ruedas de prensa. Estaba encargada de las comunicaciones y productos institucionales, entre otras.

Dentro de los talleres y capacitaciones dictadas por mí resaltan: el bloque de capacitación en Derecho Humano al Refugio, dictado en la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad; el Taller de Sensibilización en materia de ciudadanía, periódico escolar y web 2.0 a niños refugiados de Ureña, estado Táchira; Taller “Imagen Institucional”, en ciudad de Panamá; Taller de Fotografía documental a personal de SJR Venezuela; Taller de Fotografía documental y audio a mujeres haitianas, un proyecto de la Universidad de Miami, en Santiago, República Dominicana.

También he dictado capacitaciones como el Taller de Fotografía dictado a mujeres solicitantes de refugio y refugiadas; el Taller de Periodismo ciudadano con niños solicitantes de Refugio, en colaboración con la Cooperativa ANCLA2; el Taller de Periodismo ciudadano en los Bloques de El 23 de enero, en colaboración con la Cooperativa ANCLA2.

Actualmente me desempeño como investigadora activa del capítulo de Refugio del informa anual del Programa Venezolano de Educación y Acción en Derechos Humanos (PROVEA).

Soy periodista de la dirección de gestión comunicacional de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES).

Dentro de mis publicaciones se pueden destacar el capítulo de Refugio del Informe Anual de PROVEA, octubre 2010-septiembre 2011. Disponible online: http://www.derechos.org.ve/pw/wp-content/uploads/13AsiloRefugio.pdf. “El vía crucis de los refugiados colombianos”. Diciembre 2009 en la página web Noticias Aliadas, disponible online: http://www.noticiasaliadas.org/articles.asp?art=6024. Post-Producción del documental: “Mujeres en Refugio: Testimonios de una Frontera”. Producción del Documental: Mujeres al otro lado del lente. “Refugiados: Rostros más allá de las cifras” (con Carolina Jiménez), en Enlace con RedSoc, No. 5, Edición Especial sobre Derechos Humanos, disponible online en http://www.redsoc.org.ve/Portales/RedSoc/data/Boletin_web_SJR.pdf. “Un nuevo comienzo para la mujer”. Noviembre 2008. Pag Web Mirada Global, disponible online http://www.miradaglobal.com/index.php?option=com_content&task=view&id=924&Itemid=9§ion -=19&lang=es.

viernes, 8 de julio de 2011

En el metro... Crónica

Llegué corriendo a la estación, luego de haber esquivado como 6 adoquines que estaban flojos en el bulevar y que de haberlos pisado mi pantalón habría quedado como un dálmata. El reloj de La Previsora marcaba las 5:45 pm, se escuchaba los gritos de los buhoneros característicos de cualquier entrada de metro: “Compren paraguas que se van a mojar”, “Llamadas” y el infaltable “café, café, cigarros y bolibomba”.

Al entrar a la estación lo primero que sentí fue el sofocón característico del metro, por los parlantes escuchaba: “Se le informa a los señores usuarios que por motivos de arrollamiento, en la estación Colegio de Ingenieros, el servicio de trenes presenta un leve retraso”.

- ¡Qué raro!- dijo un señor que estaba justo detrás de mí en la cola para comprar el boleto

- Verdad que sí- respondí yo, acompañando la frase con un suspiro.

Al pasar los torniquetes vi la parte de abajo de la estación, las personas ya no entraban, parecían hormigas en torno a un caramelo –en este caso, cerca de los rieles – intentando llegar los más cerca posible para ser parte del festín. Lo primero que pasó por mi mente fue la posibilidad de regresar a la calle, pero el sólo hecho de pensar en la lluvia y la las colas que se habían formado, preferí lanzarme a la aventura.

Llegué a la cola. A pesar de las señalizaciones y las marcas en el piso, que indicaban por donde formase para abordar los trenes, la gente había hecho una cola completamente desordenada, y que crecía minuto a minuto, hasta llegar a la pared del fondo. El calor reinaba, había un niño que lloraba desconsolado, mientras su mamá lo tenía en sus brazos y trataba de calmarlo con movimientos rítmicos.

- Es que la gente es bien especial, escogen las horas picos para suicidarse.- dijo un joven en voz alta.

Un momento después por los altavoces se escuchó: “Operador González prevenido, actividad M, proveniente de la estación Chacaito, material rodante número tres”.

Luego de esto llegó un tren vacio, apenas la multitud se percató, todo el mundo comenzó a empujar hacia delante.

- ¡No empujen!- se escuchó desde el principio de lo que en alguno momento fue una cola, una voz alterada.

Cuando vi el vagón vacio, por algún momento pensé que todos entraríamos y que por lo menos quedaríamos donde se respetará el espacio personal, pero no fue así. Fue una estampida que entró por esas puertas, se escucharon gritos y el sonido de muchos pies corriendo hacia el mismo lugar.

Luego de entrar como pude, quedé en la mitad del camino entre las dos puertas, sin un mínimo apoyo, y apretada como sardina, rodeada de gente. Olores típicos de la tarde en metro iban y venían, pero el más predominante, es el clásico “remojado”. Sentí un paquete justo en la parte trasera de mi cuerpo, intenté voltear pero sólo logré ver la cara de un señor que me dijo:

- Tú sabes como es todo, ¡no tengo la culpa!

Al llegar a mi destino, luego de haber sido sacada prácticamente a golpes del vagón, y resguardando mi cartera de los amigos de lo ajeno, volví a respirar con normalidad. Montada en las escaleras mecánicas, pude ver un sol radiante, cuando llegué a la superficie me di cuenta que en esta parte de la ciudad no había caído ni una gota y que en las calles había simplemente la cola habitual. En ese instante recordé que estaba en Caracas, donde todo es posible.