sábado, 29 de mayo de 2010

Elefantes Rosados

Cuento modificado de Dumbo, hecho para la uni.

Todos estaban felices por la llegada de sus pequeños retoños. La vida del circo giraba en torno a esto, pero yo seguía solo, sin pareja, sin nada de compañía. Vendiendo maníes cada noche sin perro que me ladrara. Nadie puede decir que no busqué pareja, si lo hice. Las leonas eran muy feroces, los jirafas muy altas, las hipopótamo ya tenía compañero y ni hablar de las elefantes, todas solteronas y gritonas al verme. Seguía solo en la vida, cada vez que conocía un ratón en las ciudades donde el circo llegaba, prefería quedarse en la comodidad de su casa sin tomar el riesgo de partir conmigo a la aventura.

Llegó la hora. Las cigüeñas sobrevolaban el circo. Que mal humor. Me asomé en cada jaula para ver los retoños – tal vez una actitud masoquista, pero la curiosidad me mataba- No puedo negar que eran lindos, todos con sus ojitos brillantes y sus colitas moviéndose de felicidad. ¡Ay no, ya me puse sentimental! Cuando llegué a la jaula de los elefantes lo vi. No era un rumor lo que decían, en realidad era feo y orejón.

Nunca me importaron los defectos físicos de los animales. Qué podía pedir. Soy un ratón que mide 10 cm, peso 4 gm y mis dientes son de lo más grande. Al ver como todo el mundo rechazaba a ese elefante por su evidente fealdad -aunque su mamá dijera que era cuchi y tierno-. Tomé la decisión de hacerme su amigo, o tan solo convertirlo en mi compañía. Necesitaba alguien con quien tomar el resto de licor que dejaban los domadores cada noche, alguien que me acompañara a fumar mis cigarritos de esa plantita que había encontrado en la carpa de la vidente.

Después de varios meses nos hicimos amigos, bueno, compañeros de farra. Tomábamos cada noche y nos olvidábamos de nuestras penurias y complejos, pero la mejor de las noches fue la de ayer. Después de la función busqué unas hojitas de la planta rara que tranquilizaba a la gente y la ponía feliz. Comenzamos a fumar. Sin contar unos restos de licor que bebimos. Vimos elefantes rosados que cantaban y bailaban, nos relajamos y hasta descubrimos que él podía volar cuando estaba relajado. Adoro esa planta, me desinhibe e hizo volar a mi amigo.

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