sábado, 29 de mayo de 2010

Tapando goteras y descubriendo sorpresitas

Había llovido y las filtraciones dejaban que el agua pudiera pasar al interior de las celdas. La humedad se sentía por doquier y por esto el frío era el fiel compañero de la soledad. Esa noche no fue una de las mejores para Wilson José:

“Noooo convive me cago en la madre por la noche que acaba de pasar, de verdad que cagada”. Él había intentando tapar las goteras con una sabanas pero sus intentos fueron infructuosos. Llamó al policía de guardia a ver si este tenía plásticos que le permitiesen obstruir el paso del agua:

-Mira gualdia – dijo el preso, su voz retumbo en todo el pasillo-, chamo, panita.
Pero no tuvo respuesta inmediata
- Señol policía- dijo Wilson, un poco alterado por la molestia que le causaban las goteras.

Como a los diez minutos obtuvo por fin respuesta del guardia, pero no lo complació del todo. El policía solo le dijo que se esperara, que estaba ocupado y que dejara la gritadera que esto lo estaba ladillando. Wilson sabía que por mala suerte este hombre no era de los más panas. Era difícil de pedirle favores y no se dejaba comprar cor cigarrillos o licor como los otros. Era casi incorruptible.

- ¿Qué quieres menol?-dijo el guardia, en un tono de fastidio.
-Won si quieres te tardas más, ya me van a salir escamas de este agüero- respondió Wilson José.
-Bueno mariquito si te pones rebotado me lo vas diciendo y me voy por donde vine.
-No gueno…No te pongas así –dijo Wilson, ya bajando el tono y mucho más dócil-. Lo que pasa es que esta vaina se está inundando y ya las sabanas no me sirven pa’ tapar las goteras. ¿Tú no tienes por ahí un plástico o cualquier vaina pa’ taparlas?

El policía se sonrió de una forma picara y asentó con la cabeza, pero le dijo que eso le iba a costar caro. Wilson se sorprendió por los rumores que decían que este tipo no se dejaba comprar con nada, si hacia los favores era de buena nota. Entonces el preso le dijo: “Bueno te puedo dar algo mañana que mi mamá me trae comida”

- No caballero yo no cobro estás vainas con comida, eso no es lo que me hace más falta encerrado aquí.
-Coño y ¿Cómo hacemos? –respondió Wilson asombrado
-Yo te voy a buscar los plásticos y cuando te los traiga tú me vas a esperar acostadito y boca abajo – dijo el guardia, en un tono bien bajo- Fíjate que los presos no aprovechan mis debilidades por pensar que soy muy arrecho, pero se equivocan.

Wilson amaneció con un mal recuerdo, pero con las goteras tapadas por el plástico y con un “amigo” policía.

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