Revisando archivos viejos me encontré con esto...
Escuchaba a mis padres hablar sobre aquella universidad que había cobijado sus sueños y alegrías, donde Isaac Chocrón había dedicado algunas horas sólo para ellos, para enseñarles lo bello del cine y lo profundo de la dramaturgia. Sí, esa Universidad que según ellos te permitía ser tú, poder leer, cantar, actuar, recitar, sin miedo a sentirte juzgado. La gran UCV.
Contaba con tan sólo 6 años cuando entrando al Aula Magna para ver “La Viuda de Pérez” (obra teatral infantil) pregunté si ésta era la tan famosa universidad de la cual ellos hablaban. Sí, era esta. Mi mamá me explicó de una manera clara y con palabras fáciles de entender, que estos jardines habían sido el juez que los había casado y que en esta “Tierra de Nadie” las dos semillitas se juntaron para que yo me formara. Uffffff… Fui hecha en la UCV.
Simplemente desde que soy del tamaño de una hormiga mi vida está guiada a ser ucevista. ¡Tenía que estudiar aquí! Desde que comencé a formar mis metas, sé que ser ucevista sería y es mi mayor logro. En fin, un privilegio.
Privilegio por ser parte de la universidad que cuenta con los mejores profesores, con los pensadores más agudos y con una fauna de personajes que te enriquece cada día, con los cuales puedes conversar de aéreo-dinámica como de poesía y de las frivolidades más fuertes, sin caer en grandes polémicas. Yo como ucevista me puedo sentar en “Tierra de Nadie”, en la plaza cubierta, en los pasillos de medicina sólo a leer, o a plantearme disertaciones de la vida, que talvez no me llevarán a ningún lado, pero que producen chispas en mi vida. Ser ucevista me lleva a lo profundo y lo mundano, me habré las puertas a la academia.
¿Ucevista? Palabra que me define. Persona que es libre de pensar y de opinar. Persona con capacidad de reflexión y ganas de vivir. Seres que confluyen en diferentes espacios para compartir pensamientos y sentimientos. El ucevista ama la UCV, y quiera o no, vive la vida universitaria plenamente.
Cualquier persona podría argumentarme que ser ucabista o usemista es la misma cosa o mejor, pero no estoy compitiendo, sólo quiero dejar bien claro que ser ucevista es un privilegio. Estudiar aquí me permite ser yo sin problemas. Estudiar en la UCV me lleva a compartir con personas que fueron y serán líderes y grandes pensadores. Recibir mi título en el Aula Magna bajo las nubes de Calder y la mirada de mi mamá y sé que dónde quiera que esté la mirada de mi papá, hace que se me llene la vida de felicidad. Soy ucevista y es mi mayor orgullo. Fui hecha aquí, me estoy formando es estos espacios, con discusiones ricas y triviales pero que me llevan a ser lo que soy.
Escuchaba a mis padres hablar sobre aquella universidad que había cobijado sus sueños y alegrías, donde Isaac Chocrón había dedicado algunas horas sólo para ellos, para enseñarles lo bello del cine y lo profundo de la dramaturgia. Sí, esa Universidad que según ellos te permitía ser tú, poder leer, cantar, actuar, recitar, sin miedo a sentirte juzgado. La gran UCV.
Contaba con tan sólo 6 años cuando entrando al Aula Magna para ver “La Viuda de Pérez” (obra teatral infantil) pregunté si ésta era la tan famosa universidad de la cual ellos hablaban. Sí, era esta. Mi mamá me explicó de una manera clara y con palabras fáciles de entender, que estos jardines habían sido el juez que los había casado y que en esta “Tierra de Nadie” las dos semillitas se juntaron para que yo me formara. Uffffff… Fui hecha en la UCV.
Simplemente desde que soy del tamaño de una hormiga mi vida está guiada a ser ucevista. ¡Tenía que estudiar aquí! Desde que comencé a formar mis metas, sé que ser ucevista sería y es mi mayor logro. En fin, un privilegio.
Privilegio por ser parte de la universidad que cuenta con los mejores profesores, con los pensadores más agudos y con una fauna de personajes que te enriquece cada día, con los cuales puedes conversar de aéreo-dinámica como de poesía y de las frivolidades más fuertes, sin caer en grandes polémicas. Yo como ucevista me puedo sentar en “Tierra de Nadie”, en la plaza cubierta, en los pasillos de medicina sólo a leer, o a plantearme disertaciones de la vida, que talvez no me llevarán a ningún lado, pero que producen chispas en mi vida. Ser ucevista me lleva a lo profundo y lo mundano, me habré las puertas a la academia.
¿Ucevista? Palabra que me define. Persona que es libre de pensar y de opinar. Persona con capacidad de reflexión y ganas de vivir. Seres que confluyen en diferentes espacios para compartir pensamientos y sentimientos. El ucevista ama la UCV, y quiera o no, vive la vida universitaria plenamente.
Cualquier persona podría argumentarme que ser ucabista o usemista es la misma cosa o mejor, pero no estoy compitiendo, sólo quiero dejar bien claro que ser ucevista es un privilegio. Estudiar aquí me permite ser yo sin problemas. Estudiar en la UCV me lleva a compartir con personas que fueron y serán líderes y grandes pensadores. Recibir mi título en el Aula Magna bajo las nubes de Calder y la mirada de mi mamá y sé que dónde quiera que esté la mirada de mi papá, hace que se me llene la vida de felicidad. Soy ucevista y es mi mayor orgullo. Fui hecha aquí, me estoy formando es estos espacios, con discusiones ricas y triviales pero que me llevan a ser lo que soy.
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