sábado, 29 de mayo de 2010

Historia alterna 2

Prácticta de Taller de redacción 2...Narrativa

Sólo pedías ser feliz

Respirando profundo algún día llegaste a pensar que tu vida era la mejor, pero no. Estudiabas lo que querías, tenias una familia maravillosa, un novio que te amaba -o él pensaba amarte- y un trabajo con un buen sueldo que te resolvía la parte material. ¿Qué más podías pedir? Podías pedir paz y tranquilidad, un futuro verdadero y el complemento perfecto para ser feliz. ¿Sonarías inconforme? No. Alegría y felicidad es lo que le exigías a la vida.

Arrugando los ojos despiertas cada mañana. Sólo de pensar que vendrá un nuevo día, te pone de mal humor. Tienes marcas de tus uñas en las manos que expresan lo perturbada que estás hasta en sueños, el pelo parado y un espejo que te grita que no eres la mujer más agraciada del mundo.
¿Por qué esta maldita vida te tocó a ti?

¿Por qué tu papá no estuvo ahí cuando lo necesitaste? ¿Por qué el amor no te da la mano y te ayuda a ser feliz? ¿Por qué ese amor que creíste tener se te quiebra en la manos como la cosa más frágil del mundo, después de haberse pintado tan fuerte y duradero? ¿Por qué la única solución que ves a tanta tristeza es caminar a la primera estación de metro y conocer de cerca los rieles por los cuales pasan tantas vidas caraqueñas todos los días?

Esa tarde caminaste al metro viendo como las calles de Caracas seguían sumergidas en el cotidiano caos que las caracteriza. Nada valía la pena. Buscabas circunstancias inciertas que te ayudaran a pensar que sí valía la pena seguir librando la batalla de la vida. Cosas que en algún momento te alentaron a vivir: la sonrisa de un niño, las ganas de trabajar de un buhonero o simplemente el deseo que afloraba de la piel de una pareja en cualquier plaza mientras se besaban. Pero no. Nada te producía ese anhelo de seguir.

Entraste en la estación con un vacío en el pecho, las manos te temblaban y los latidos del corazón comenzaban a acelerarse cada vez más. Personas pasaban a tu lado conversando de todo y de nada, de amores y pesares, pero por tu mente sólo pasaba el hecho de morir. Sí, morir porque esta puta vida te tiene loca.

Compraste el boleto y pasaste los torniquetes. Pensabas que sería la última vez que verías todo esto, simplemente la última vez que respirarías. Por momentos el miedo te invadió, pero seguiste caminando por inercia hasta el fin. Por ser las 5pm la estación estaba full se habían formado colas para abordar los vagones. Llegó el primer tren y nisiquiera estuviste a metros del borde. Vino el segundo, todo el mundo abordó y quedaste de primera en la cola, perfecto para saltar apenas aparecieran las luces del próximo tren. Volteabas para todos lados, pensabas en cómo quedaría tu cuerpo, qué habría en la muerte y un sinfin de cosas. Todo terminó, la tortura de esta mierda de vida acababa para ti.

Respirando profundo algún día llegaste a pensar que tu vida era la mejor, pero no.

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